Hoy se  comienza a hablar de  la necesidad de un liderazgo de servicio, pues es  evidente que la mayoría de los supuestos líderes,  no están utilizando su poder y su influencia para construir un mundo más justo y humano. Por lo general, el liderazgo que predomina es un liderazgo narcisista y seductor, orientado a sobresalir, y aumentar sus cuotas de poder político y económico. Este tipo de liderazgo que busca servirse de los demás en ver de servir a ellos, es fuente  de corrupción y de las crecientes desigualdades. Es  un liderazgo en la cúspide de un mundo jerárquico y muy desigual,  estructura que se considera normal  y se debe mantener.

Photo by Anand Dandekar on Pexels.com

 A su vez, los medios de comunicación y las redes imponen y recrean como modelos de líderes a  personas exitosas en los negocios, el deporte, la música, los espectáculos,  a los que convierten en idolillos,  que subyugan los corazones de las multitudes y en su mayoría fomentan la trivialidad y  la superficialidad. Algunos   de estos supuestos líderes   miden la magnitud de su liderazgo por el número de seguidores en las redes, sin  analizar en qué y cómo se traduce su influencia. .

Sin embargo, no  podemos negar que  existen personas que  usan su liderazgo como un medio para ayudar a otros, en vez de utilizarlo para obtener poder y beneficios personales.  Estas personas llegan a ser líderes porque quieren  servir a otras personas de la mejor manera.

A estos líderes que han surgido del deseo de servir, se les denomina líderes del servicio. La frase “liderazgo de servicio” fue acuñada por Robert K. Greenleaf (1904-1990) en “El sirviente como líder”, ensayo que publicó en 1970, donde afirmaba que para el liderazgo de servicio lo primero no es mandar o tener poder, sino servir.  Se trata de una opción personal de alguien que quiere dedicar su vida a hacer que otros se sientan y vivan mejor y deseen a su vez convertirse en servidores, es decir, en genuinos ciudadanos comprometidos con la reconciliación, la justicia y el  bien común. Este tipo de liderazgo se fundamenta  en el ser de la persona más que en su hacer. Esta perspectiva  contribuye a explicar la «falta de liderazgo» que existe en la mayoría de las instituciones contemporáneas, que están dirigidas por personas que han ascendido a posiciones de autoridad por sus capacidades técnicas o de toma de decisiones, conexiones políticas o empresariales,  deseo de riqueza y poder, ambiciones  y sus habilidades para mandar o manipular. Sólo cuando la decisión de servir sirve de sustento a la formación moral de los líderes, el poder jerárquico  no es fuente de corrupción. Si los líderes satisfacen las necesidades de quienes dirigen, es decir, si consideran que su trabajo o razón fundamental de ser es un genuino servicio, se desvanece el potencial de corrupción  de las jerarquías.

A diferencia del liderazgo tradicional que es un liderazgo jerárquico, donde el líder ejerce su poder sobre las personas, el líder que sirve se centra principalmente en el crecimiento y el bienestar de las personas y las comunidades a las que lidera. El líder de servicio se considera a sí mismo “el primero entre un grupo de iguales” (“primus inter pares”). Esta idea es el corazón mismo del liderazgo de servicio. Un líder servidor no se considera  por encima de aquellos que lidera, sino que los ve  como compañeros a los que   enseña y de quienes aprende. No cree que siendo el líder es superior a ellos ni  utiliza el liderazgo en su propio beneficio o de los suyos.