Vivo en el bloque 4 de Fadesa, en Sierra Maestra, Municipio San Francisco. Durante varios meses un grupo de obreros han estado reacondicionando y embelleciendo nuestros edificios, que precisamente están enfrente de donde se construye la Universidad de la Seguridad. Ciertamente, con su trabajo y esfuerzo han cambiado el rostro a nuestras residencias, que antes tenían un aspecto lamentable: han arreglado y pintado las fachadas, los tanques de agua y los portones, nos han cambiado las ventanas, impermeabilizaron los techos, cambiaron los protectores de los aires y arreglaron las fugas de las mangueras, y hasta nos han construido un pequeño parque infantil, que mi nieta mira con ojos emocionados. Ciertamente, nuestro conjunto residencial parece otro: ahora está bello y da gusto vivir en él. Han agigantado nuestra calidad de vida. Creo, en consecuencia, que es justo reconocer sin mezquindad el enorme regalo que nos han hecho a todos los que habitamos en Fadesa y es un deber agradecérselo sinceramente al Presidente Chávez, al candidato Arias Cárdenas y al Alcalde Omar Prieto.
Pero mi artículo quiere ser un homenaje muy especial a los obreros, los que nunca aparecen en las vallas, los héroes anónimos que con su sudor y esfuerzo hacen posibles las obras y van levantando un país más digno y mejor.
En primer lugar, quiero reconocer y agradecer su dedicación y fortaleza. Yo me quedaba atónito cuando los veía batir o cargar la mezcla a más de 45 grados de temperatura y luego grafitar las paredes guindados como verdaderos acróbatas en unos andamios inestables y muy precarios. Lo más asombroso de todo es que lo hacían con alegría y buen humor, echando bromas entre ellos. Nunca los oí quejarse de los esfuerzos que tenían que hacer, o de las condiciones en que trabajaban. Incluso alguna vez presencié cómo entre ellos se retaban a ver quién batía con más rapidez a pura pala una montaña de mezcla. Quiero también subrayar que algunos trabajadores llegaban antes de las siete de la mañana, a pesar de que la hora de entrada era a las ocho, que hubo días en que se retiraron después de las seis de la tarde, y que incluso trabajaron algunos días festivos, como el pasado 12 de Octubre.
En segundo lugar, quiero subrayar su amabilidad y buen humor. Es impresionante con qué cariño saludaban a todo el mundo y respondían a los saludos. Siempre estaban atentos y dispuestos a responder por las peticiones de los vecinos cuando les solicitaban algún arreglo especial, o les reclamaban si algo no había quedado bien. También eran muy agradecidos si alguien les brindaba un jugo, un pedazo de torta o un café y lo compartían entre ellos.
Por fin, quiero subrayar su pluralismo. En el edificio vivimos personas de distintas ideologías políticas y nunca presencié ninguna preferencia o descalificación. Tampoco observé que abiertamente aprovecharan el trabajo para hacer proselitismo político. Al día siguiente de las elecciones, volvieron al trabajo y siguió el mismo trato amable con todo el mundo, sin importar sus preferencias políticas, y sin ironías o bromas pesadas con los perdedores.
El ejemplo de estos obreros nos reafirma en las grandes potencialidades y valores del pueblo venezolano y nos abre las puertas a construir un futuro de unidad y prosperidad para todos. En agradecimiento, dedico a todos los obreros este poema de Bertolt Brecht, que subraya el clásico olvido de los trabajadores a lo largo de la historia: “¿Quién construyó Tebas, la de las siete puertas? En los libros se mencionan los nombres de los reyes, ¿acaso los reyes acarrearon las piedras? Y Babilonia, tantas veces destruida, ¿quién la reconstruyó otras tantas? ¿A dónde fueron sus constructores la noche que terminaron la Muralla China? Roma, la magna, está llena de arcos de triunfo ¿quién los construyó?”
LA CLASE TRABAJADORA, SIEMPRE SALE ADELANTE. LO LAMENTABLE ES QUE MUCHOS GOBERNANTES SE ROBAN SUS GLORIAS- PERO NUNCA PODRAN ROBAR SU DIGNIDAD Y SUS MERITOS. DIOS BENDIGA AL TRABAJADOR, ADELANTE QUE CON AMOR Y TRABAJO SE HACE GRANDE UN PAIS. V-19/10/2012. CABIMAS-EDO. ZULIA-VENEZUELA.